Escapadas: pueblos con encanto alrededor de Tandil
Los hermosos paisajes serranos, con escenas bucólicas de onduladas praderas verdes salpicadas de flores; la historia de los picapedreros inmigrantes, que tuvieron mucho que ver con la elaboración de quesos y chacinados que se hizo tradición; las actividades de aventura en cerros y paredes de roca; la gastronomía de alto nivel que ya se ganó una gran fama.
A los más conocidos motivos -hay muchos más, claro- para visitar Tandil, en el centro sur de la provincia de Buenos Aires, se suma en los últimos tiempos uno más, y no menor: el turismo rural, con un manojo de pueblos y parajes en los que el tiempo parece haberse detenido y en los que la vida del hombre de campo se mantiene, en su esencia, tal como hace décadas.
Desde Fulton, con el almacén Adela y la fábrica de alfajores Estaful, o La Pastora, con su antiguo almacén, a De la Canal, con el almacén Lasarte Hermanos; Gardey y su bar Vulcano, de casi 120 años; el almacén Cuatro Esquinas, en Azucena, o el Viejo Almacén de Pablo Acosta transformado en bar-restaurante, los tesoros rurales de los alrededores de Tandil atraen cada vez a más visitantes.
“Estamos trabajando fuerte en turismo rural, a partir de un convenio con la carrera de Turismo de la Universidad Nacional del Centro que firmamos antes de la pandemia y que ahora retomamos”, detalla el director de Turismo de Tandil, Rodrigo González Inza. Y explica que el foco es “darle identidad a lo rural desde abajo, con la gente de cada pueblo”.
Ese trabajo comenzó con un amplio relevamiento de la oferta, y el próximo 28 de noviembre tendrá su primer evento en el paraje Fulton, en el que los habitantes de la localidad podrán mostrar lo que hacen, sus productos, a los visitantes, y principalmente a la gente de Tandil.
El turismo rural en Tandil propone “darse una vuelta por la vida de campo” de distintas localidades, algunas en la llanura, otras en medio de sierras, y siempre con la invitación a probar productos artesanales.